La prótesis de pene consiste en la inserción de un dispositivo en el interior del pene que permite lograr una erección incluso en pacientes que sufren de disfunción eréctil severa. Suele usarse en casos muy concretos o cuando el paciente no obtiene buena respuesta al tratamiento médico.
La colocación de una prótesis de pene consiste en realizar una pequeña incisión en el escroto y posteriormente determinar cuál es el tamaño (longitud y grosor) de prótesis más óptimo para el paciente. Es un tratamiento muy seguro que solo tiene complicaciones en un 2% o 3% de los pacientes.
Hay dos tipos de prótesis de pene:
– Prótesis maleables: se componen por dos cilindros que se introducen quirúrgicamente en los cuerpos cavernosos y hacen que el pene sea parcialmente rígido de forma permanente.
– Prótesis hidráulicas (de 3 componentes): constan de los cilindros que se colocan en los cuerpos cavernosos, un reservorio insertado detrás del pubis y una bomba ubicada en el escroto, entre los testículos.
En el depósito se encuentra suero fisiológico, este se comunica con los cilindros a través de tubos y sirve para hinchar la prótesis. El paciente puede provocar la erección en cualquier momento pulsando un botón en la bomba, accionando la prótesis; de esta manera se pone en marcha el sistema hidráulico, el líquido se mueve desde el reservorio hasta los cilindros dentro del pene, haciendo que se endurezca. Habitualmente, cuando la intervención transcurre con normalidad el paciente puede regresar a casa a las 24h después de la cirugía. El procedimiento deja una pequeña cicatriz en la base del pene, que es casi invisible. El postoperatorio suele durar alrededor de dos semanas y se puede volver a mantener relaciones sexuales al cabo de unas 4-6 semanas, aproximadamente.
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